Sin temor a equivocarme
he de decir que llevo a cuestas
el cadaver de mi orgullo.
Que Dios le salve.
Se fue en la batalla
rendida allá en el tiempo
en el que mi oficina
era mi desastre.
Mas debo aclarar,
que mi necesidad,
es mi necedad de probar que soy más guapo,
pero también más pendejo
cada de vez en cuando
cuando decido confiar
en alguna envenenada apuesta
de amor ambulante
encarnado en tus tobillos
de quimera
encarnado en tus muñecas
de quimera
encarnado en tus senos perfectos
y en tu nariz de madera
en tu estúpida forma de ser la primera
en hacerme ver que no soy tan guapo
y que de ningún modo saldré triunfante.
Entonces escojo machicar tu carne con pedazos de diamante,
comerme tu aspereza
y volarme,
necesitarte
solo cuando necesite
masturbarme.
Truly Gómez
2009-02-18
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