Es contraproducente ser real.
A uno le duele la vagina, la chucha,
le duele ser inmoral.
Le duelen las muelas,
la placa dental
y la plata no alcanza para acabar
como uno quisiera acabar.
La placa de plata que clava la bala de la conciencia en el piso
es la mierda que hiede en la selva de tejas que es Quito,
un Orinoco orinado,
un moco mutante,
un vaso vacío para el caminante.
La cartera serena,
la plata en el banco,
sentado en una banca la lluvia parece pedazos,
pedazos de boletos incompletos que pesan pedantes como huecos.
Te persigo,
en mi tierra,
en la tierra de pena, morena, madera,
de cuasi malditas
pepitas de árbol que cogen viada en la gasolina.
Pegamento gamín,
excremento marfil,
millones de flores de músicos de bajo perfil.
Y no vale nada,
lo real es siempre
contraproducente.
Santiago Soto 2009-01-16
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